El refugio y la vega de Ario

Vista de Los arríeles desde el Jitu

Conocí por primera vez la Vega de Ario y su refugio allá por el final de los 70. Yo tenía unos 8 años y estaba pasando unos días en la Vega de Enol en un campamento de Montaña del Grupo el Civilu de Oviedo, siendo el más pequeño de todos los chavales que participaban.

Una mañana nos levantaron temprano para subir al refugio de Ario. Me engañaron inicialmente diciendo que arriba íbamos a jugar un partido de futbol, y continuaron engañándome reiteradamente en la subida diciendo que ya estábamos a tiro de piedra de llegar.

La fuente apenas manaba agua y en el refugio solo tenían para beber vino, cerveza y Casera.… así pues, el grupo de chavales que subimos acabamos tomando todos unos vasos de casera con cerveza, quiero creer que bastante más de la primera que de la segunda, pero vete tú a saber porque eran otros tiempos y todo se veía con otro prisma. 

Recuperada la sed pregunte por el partido prometido y la contestación merecería arresto y ejecución sin juicio previo, “Se nos olvidó el balón en Enol, baja por el de una carrera…” 

No recuerdo muy bien si me impresiono en especial la belleza del paisaje que se ve desde el Jitu, pero con certeza esa ruta marco claramente el inicio de mi trayectoria como apasionado de la montaña.

Sin embargo, si quedan abundantes referencias de otros ilustres montañeros alabando la belleza de Ario 

«En la majada de Ario, Alejandro Pidal, después de seis horas de marcha desde Covadonga, cuando creía haber llegado a la cima o poco menos de los Picos —que la niebla espesa no le permitía ver o juzgar otra cosa— y estaba quieto y pensativo mirando hacia abajo sin ver nada, oyó de repente a sus espaldas, voces y exclamaciones de Don Agustín, el capellán de la casa que les acompañaba, dando gritos de admiración y de sorpresa: «¡Ah., ah…, que hermosura», mirando entonces de frente y a los lados sin ver nada, por lo cual se volvió al que estaba a sus espaldas exclamando, y se lo encontró con la cabeza echada hacia atrás, mirando al cielo. Levantó la vista entonces y oh sorpresa…. los gigantescos Urrieles, dorados por el sol, asomaban por encima de las nubes… » 

Roberto Frassinelli, naturalista, pintor, arquitecto y lo que le pusiesen por delante, exclamaba a su vez: «Ario de día, y de noche la canal de Trea, iluminada por la luna, es lo más fantástico que puede soñar la imaginación del hombre». 

Majada de Ario

La Antigua majada de pastores de Ario está situada en el extremo más septentrional de la vega y está compuesta por una docena de cabañas que daban antiguamente cobijo en verano a otras tantas familias, principalmente del pueblo de la Rebollada, que subían desde junio hasta que comenzaban las nieves vacas, cabras, ovejas e incluso gallinas y cerdos.

Enterrado en la internet profunda, esa parte de la red que no sale o es difícilmente alcanzable por los buscadores, podemos encontrar por métodos quizás no del todo ortodoxos un numero antiguo la revista del grupo montaña Vetusta conteniendo un magnífico artículo de Chema García-Arguelles que describe los pormenores de la construcción del refugio allá entre los años 1956 y 1959.

«Aprobado por la Diputación de Asturias el presupuesto de las obras, Teógenes Díaz al frente de una cuadrilla de obreros, con la colaboración del pastor Cirilo, dieron comienzo a las obras de replanteamiento de la cimentación en presencia del arquitecto de la Diputación, Bobes hijo y de Francisco Ruiz Tilve. Así empezaron las excavaciones, al tiempo que se construyó una cabaña de madera para el alojamiento del personal y del material de obra. El pastor de Ario se encargó de buscar en un bosque cercano la madera de haya con ayuda de una gran sierra de brazo largo y trabajada en Caín por un primo de Cirilo. Serrada y acondicionada, ambos se encargaron de hacerla llegar hasta Ario. Pastores de Ondón fueron contratados para traer el cemento desde La Ercina en caballerías, mientras Cirilo buscó un lugar donde traer la arena»

Tras una interrupción en las obras por cambios políticos en la diputación, se terminan las obras en 1959

«Aquel verano ya habían dejado de trabajar los del equipo de Teógenes y los pastores de Ostón, pues prácticamente no quedaban otros trabajos que los de equipar interiormente el albergue. Cirilo iba y venía a La Ercina por toda clase de material y, según él, en aquel último verano realizó, durante 64 días unos 125 viajes yendo y viniendo dos veces diarias. Así fue trayendo sillas y mesas que se fueron armando en el refugio, madera en listones, material para instalar la cocina y sus fregaderos, hierro para terminar los encofrados, material de primera clase, todo él, que aún en estos días se conserva intacto. 

El refugio se inauguró el día 7 de agosto de 1959 por todos los componentes del campamento nacional que quisieron atender y acompañar a las principales autoridades, presididas por Delgado Ubeda como presidente de FEM, Argüelles Eguibar como diputado representando a la Diputación y toda la autoridad montañera de aquel entonces, bendiciendo el acto don Rosendo. Después seguiría la ascensión al Jultayu y el regreso al Campamento de Enol para efectuar la clausura.»

Los primeros años el refugio es regentado por Cirilo, luego por miembros voluntarios del Grupo Montaña Vetusta, y posteriormente por la federación de Montaña del Principado que designa a los guardas encargados de su gestión. 

Atardecer desde la Vega de Ario.

A lo largo de los Años en mi paso por el refugio he ido conociendo a varios de los guardas del refugio, que con su trabajo han mejorado la experiencia de miles de montañeros.

Como Blas y Julia, que por los 90 que nos dejaban llenar el refugio con estudiantes Erasmus de la Universidad de Oviedo en los fines de semana otoñales, y donde prolongábamos la sobremesa de la cena mucho más allá del toque de silencio.  Los años de Javi Malo antes de cambiar a Vega Redoda, o el primer año de Ignacio intentando adaptar el refugio a su propia visión y con el que mi amiga Cristina sufrió la habitual novatada de entrar a pedir un helado y un café con hielo.

Actualmente el refugio cuenta con 35 plazas en dos habitaciones y esos pequeños lujos que los montañeros deberíamos apreciar como oro puro: baño, duchas con agua caliente (salvo que la escasez de agua lo impida al final del verano). Servicio de comidas bebidas y picnic, calzado de descanso, mantas o edredones nórdicos, e incluso una regleta para recargar los teléfonos móviles.Siendo paso de pastores y ganado, muchas son las rutas que parten, pasan o llegan a Ario. Y para no hacer este texto infinito, las iré describiendo en un artículo posterior, cuyo índice dejo aquí a modo de promesa.